La importancia de la Orientación Vocacional

Elegir una carrera es un reto para cualquier individuo, debido a que esta decisión marcará quién será a lo largo de su vida. Son muchos los factores que debemos tener en cuenta a la hora de decidir, desde nuestras prioridades, intereses y capacidades hasta el impacto que la decisión tendrá en nuestra familia.

Un buen profesional disfruta de su carrera, se siente orgulloso de lo que hace, se ve motivado a actualizarse cada día y, por sobre todas las cosas, siente que su profesión es una parte central de su identidad. Elegir una carrera es un reto para cualquier individuo, ya que esta decisión marcará quién es a lo largo de su vida. Son muchos los factores que debemos tener en cuenta a la hora de decidir, desde nuestras prioridades, intereses y capacidades, hasta el impacto que la decisión tendrá en nuestra familia.

Durante años elegíamos basándonos en capacidades, ya que en general se pasaba la profesión de generación en generación y uno aprendía el oficio de su padre. Con el tiempo se veía a muchos orgullosos de hacer el oficio de la familia, pero a otros tantos sintiéndose condenados a hacer algo que capaz sabían hacer muy bien, pero que no les agradaba.

Hacia mediados del siglo pasado, se empezó a dar prioridad a los intereses y con ello la gente elegía basándose en lo que le parecía interesante. Esto parecería una forma más adecuada de elegir, pero ¿qué pasa cuando los intereses cambian? O, peor aún, cuando ni siquiera conocemos cuestiones que podrían resultarnos interesantes. El individuo limitaba su potencial cerrándose únicamente a lo que conocía.

Con la expansión del universo ocupacional, los intereses variaban con el tiempo y el individuo se quedaba con una carrera que, muchas veces, al pasar de los años, ya no le resultaba interesante. Esta forma de elegir también llevó a que muchos padres tuviesen miedo de permitirles a sus hijos explorar cuestiones que «no dan dinero» o «son profesiones para el sexo opuesto».

En los últimos años, las investigaciones han demostrado que hacer algo que hacemos bien pero que no nos agrada nos pone en riesgo de burn-out, ya que el organismo lo lee como «perder el tiempo». Hacer algo bien pero que no nos agrada, no nos permite sentirnos motivados por seguir desarrollando nuestros conocimientos en el área y, por lo tanto, tarde o temprano terminamos dejándolo.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué pasa con las cosas que no hacemos bien pero que nos resultan interesantes? Pues bien, las investigaciones parecerían apoyar fuertemente el tener varias áreas en este rubro y así lograr permanecer motivados con seguir enriqueciendo esa identidad de hacer algo que nos interese, pero que eventualmente logremos hacer bien. De esto último es que está mayormente conformada nuestra identidad, de lo que nos gusta y además hacemos bien, pero luego de un tiempo de hacer siempre eso que nos gusta y hacemos bien, pues también puede tornarse aburrido y puede pasar a ser algo que hacemos bien, pero que ya no nos gusta tanto.

Es por ello que es clave tener siempre algo que nos parezca interesante de aprender para seguir enriqueciendo esa identidad de lo que nos agrada y manejamos bien. La clave parecería estar en que lo que nos interesa aprender enriquezca a lo que naturalmente nos motiva.

No parece fácil, ¿verdad? Pues en verdad es más fácil de lo que parece. Los últimos 40 años de investigación apuntan a que lo más permanente en el individuo es la personalidad, por lo que apostar a profesiones congruentes con nuestra personalidad como eje, parecería ser lo que hace que el individuo se mantenga motivado y satisfecho a lo largo de la carrera. Es por ello que el autoconocimiento es clave.

Motivadores vs. Intereses

Veamos un ejemplo, yo amo tomar fotografías, supongo que es parte de mi perfil artístico. Amo crear, odio la rutina, amo hacer las cosas por ensayo y error y hacerlas siempre de un modo distinto. Con ese perfil de intereses, una carrera en el ámbito fotográfico parecería ser acorde a mí. Sin embargo, hay mucho de ser fotógrafo que no encaja con mi perfil; eso de hacer con las manos o con máquinas, eso de tener que memorizar cómo son las funciones de la cámara, eso de tener que estar muchas veces al aire libre o pasar horas intentando obtener ese resultado… No me motiva levantarme a tomar esa fotografía perfecta.

Si me preguntan qué es lo que me hace levantarme y sentir que será un gran día, la respuesta es la misma desde que recuerdo…, es saber que podré guiar a alguien, ayudarlo. Y es igual cuando me acuesto, soy feliz si sé que hice la diferencia en la vida de alguien. Mi perfil es claro, aun cuando amo crear, lo que me motiva es ayudar; crear es un interés. Sobre ese motivador se construyen intereses, capacidades, valores y tanto más, y mi lado artístico lo uso para crear estrategias de cómo acompañar y guiar a quienes lo necesitan.

He tenido al menos una docena de trabajos distintos a lo largo de mis casi 25 años de profesión: desde trabajar en la cárcel para modificar conductas en los presos, hasta trabajar en prevención de divorcios; desde trabajar en centros educativos formando a psicólogos, hasta acompañar a adolescentes en su proyecto de vida. Esas, por compartir algunas. Ciertamente, todo muy variado, pero lo que tienen en común es que me han permitido crear siempre algo que me permita sentir que aporto a la vida de otro. Mi motivador (ayudar), mi gran interés (crear) y tengo una carrera que permite sentirme absolutamente plena y orgullosa de quien soy.

Es así que la labor del orientador vocacional es guiar al individuo a conocerse en profundidad, logrando encontrar su motivador central y unir esto a destrezas, intereses, valores y prioridades en función del contexto familiar con oportunidades y amenazas de un universo ocupacional en constante cambio. Durante el proceso de orientación vocacional, el orientador sienta las bases para que el individuo tenga la posibilidad de expandir sus conocimientos, tanto de su mundo interior como del mundo profesional, mediante técnicas confiables y eficientes, siempre respetando los tiempos de cada individuo y sus procesos.

Hoy hablamos de orientación vocacional como proceso y hemos dejado atrás esas baterías de test que entregaban un resultado al orientado de lo que debía estudiar. La orientación vocacional de hoy en día tiene como última finalidad lograr que el individuo adquiera y demuestre competencias para reconocer y analizar su autoconocimiento, incluyendo motivadores, valores y actitudes que se ven reflejados en su autoestima.

El proceso de orientación vocacional facilita que el individuo reconozca, analice y exhiba habilidades, intereses, valores y rasgos de personalidad que resulten compatibles con la elección de formación profesional y laboral. Este acompañamiento debe, además, ayudar al individuo a lograr incorporar los valores familiares a su proyecto de vida. Mediante el proceso de orientación vocacional el individuo se ve fortalecido, incrementando su inteligencia emocional y potenciando sus posibilidades de satisfacción laboral, incorporando una nueva faceta a su identidad personal.

La orientación vocacional de hoy en día tiene como última finalidad lograr que el individuo adquiera y demuestre competencias para reconocer y analizar su autoconocimiento, incluyendo motivadores, valores y actitudes que se ven reflejados en su autoestima.

Especial para Great Place to Study
Por: Vicky Nogales
Psicóloga, egresada de West Texas A&M, posgrado en Psicología Educativa, terapeuta familiar sistémica. Profesora adjunta de la Universidad Católica del Uruguay, Counseling Familiar, Counseling Educativo y Orientación Vocacional

Artículos relacionados