El deterioro, en cuanto a valores morales nos referimos, es cada vez más marcado en el mundo entero, en la sociedad. Cuestiones de principios donde las cosas deberían ser blancas o negras y donde se debería distinguir claramente lo que está bien de lo que está mal, han adoptado una extensa gama de grises donde todo es justificable.
Acciones individuales con consecuencias colectivas, esa es la dinámica de la deshonestidad. Siembra la desconfianza y quiebra las comunidades.
Tiempo atrás, la palabra lo era todo. No había necesidad de más. La conciencia, la reputación, la dignidad y la ética eran los pilares donde la honestidad se cimentaba y se creía en la gente. Con el paso del tiempo y la evolución de las sociedades, cosas como la ambición, el poder, el dinero, el estatus, la codicia y el éxito, empezaron a corroer eso que antes estaba al otro lado de una puerta impenetrable, lejos de cualquier negociación, simplemente, era inamovible. Hoy en día hemos llegado al extremo donde el concepto de la honestidad se tiende a relativizar de tal manera, que como bien dicen, el fin justifica los medios.
El camino fácil se ha instaurado como la mejor manera de llegar a lo que se quiere llevándose por delante ética y valores. Qué está pasando con nuestra sociedad. En qué momento empezó a ser más importante tener dinero que tener dignidad. En qué momento empezó a ser más importante quedar bien antes los demás y fallarnos a nosotros mismos.
Recurrimos a nuestra consultora y colaboradora de EDU.co, Maribell González, Coach y experta en liderazgo para profundizar sobre este tema.
¿Qué ha sucedido en los últimos años que ha hecho que la falta de honestidad sea hoy un lugar común?
MG: Básicamente se ha dado un cambio de valores en la sociedad, que influye desde el momento en el que criamos a nuestras nuevas generaciones. Antes la palabra, la sociedad, la ética, el respeto y la autoridad eran valores. Pero de un tiempo para acá los valores son el éxito, la competitividad, la mayor productividad y la perfección. Ser el primero, el ganador, el mejor por encima de todo, es la prioridad. Teniendo en cuenta que los seres humanos perseguimos el ser aceptados por los otros a toda costa, nos adaptamos a los valores que generan aceptabilidad en esta época. Por eso hoy, el ser el mejor y la necesidad de éxito hacen que todo valga. Como hay un ambiente de individualidad, los valores como el honor y la autenticidad, cada día están más perdidos.
Fallar no está aceptado, se castiga y se ve como mediocridad, en lugar de ver la oportunidad de un mejoramiento o de un aprendizaje. Por otro lado mientras los niños (inclusive los adultos) sean comparados todo el tiempo unos a otros y no valorados por sus diversidades, y mientras sigan siendo calificados por saber la repuesta correcta, ser el mejor y puestos en castas individualistas, en lugar de ser evaluados por el pensamiento crítico, estaremos viviendo la falta de honestidad por muchas generaciones. Queremos y enseñamos el éxito y eso trae la sombra de la individualidad, la mentira, la rivalidad a toda costa.
¿Existe alguna manera de revertir ese proceso o empezar un cambio con miras a rescatar los valores que se han trastocado o perdido?
M.G: Sería muy fácil decir que re-estableciendo nuestros antiguos valores promoviendo y calificando con admiración la honestidad, el respeto, la autoridad, la ética. Pero dudo de que eso sea fácil pues el éxito está posicionado altamente en nuestra sociedad hoy en día. Sin embargo si hay espacios de conciencia alrededor de un éxito incluyente que tenga ganancias, no solo para un individuo sino para quienes están a su alrededor, hay una esperanza de cambio.
¿Qué lleva a que una persona sea deshonesta, falta de ética y de principios, que llega a pasa por encima de todo para obtener lo que quiere?
M.G: Creo que no es solo una cosa. Es una combinación de factores familiares, sociales, culturales mezclados con lo que el ser humano ha interpretado desde pequeño, como la fuente de lo que le dará reconocimiento y de si es capaz o no de lograrlo por lo que es y no por lo que tiene. El ser capaz de aceptar que se necesita aprender para lograr lo que uno quiere, es el camino del aprendizaje con buen estado de ánimo. Cuando hay una diferencia entre lo que se es y lo que se quiere ser, pero no se tiene la suficiente autenticidad para aceptar qué es lo que falta y así, poder conseguirlo, se debe fingir o culpar a los otros. En el caso de los niños y los adolescentes tiene que ver mucho más con el reconocimiento de sus padres; en cuanto a los adultos tiene que ver más con lo que ellos creen que es su identidad pública.
¿Hemos hablado de las causas, pero ¿cuáles son las consecuencias de la deshonestidad?
M.G: La honestidad es una de las tres raíces de la confianza. La confianza se basa en honestidad, capacidad y confiabilidad. Cuando priorizamos el éxito y justificamos todo por obtener resultados, lo que estamos haciendo es gestar el tener que vivir en un mundo sin confianza. Para ser comunidad, para trabajar en equipo, para ser familia, pareja, amigos necesitamos tener confianza.
Para coordinar acciones entre un grupo de gente, hay que partir de la confianza y si no hay honestidad, estamos rompiendo la capacidad de abrirnos a los demás y trabajar como comunidades.
Es por eso que la sociedad hoy está en caída, porque la confianza está en juego y esa es la consecuencia más drástica de que sea el éxito lo que vale y no el honor, la palabra, la honestidad, el ser humano. Es por eso preferimos ser individuales y la gente se está quedando sola, entre otras consecuencias
Los cambios culturales se gestan a través del tiempo y de dinámicas donde intervienen diversos actores sociales. No podemos pretender entender qué sucede hoy, sin antes mirar de manera crítica que ha sucedido en el pasado. Qué fuerzas se han conjugado y de qué manera, qué modelos repetitivos terminaron modificando los comportamientos previos. Partiendo de esto, debemos entender entonces, que si bien la honestidad se puede entender como un acto individual, sus repercusiones son colectivas. Al pertenecer a diferentes círculos o sistemas, las cosas que hagamos o que dejemos de hacer tienen una repercusión en nuestro entorno, es algo tan básico y natural como la ley de acción y reacción. No podemos seguir pasando por encima de los demás para llegar a nuestros intereses, pero más importante aún debemos empezar a tener intereses más nobles y que vayan de la mano de nuestros valores y creencias. De qué sirve la fama, el dinero y el éxito, sin una conciencia tranquila.
Replantearse los valores que se han perdido y redefinir el concepto de éxito parecen ser dos pasos necesarios para recuperar la honestidad. Entender que el “tratar” entendido como la intención diaria de hacer las cosas mejor puede ser lo que nos de esa paz de estar bien con nosotros mismos, donde no tenemos que pasar por delante de nada ni de nadie para complacer a alguien. Seguir nuestros principios y centrarnos en nuestros valores es el llamado que necesitamos seguir. Antes de pensar hacer grandes cambios en la sociedad, empecemos por cambiar adentro nuestro, por desmitificar lo que nos han vendido, por quitarle valor a los estándares que rigen ese mundo superficial en el que estamos viviendo.
RECUADRO:
Cómo luchar contra la falta de honestidad
- Dando valor a la autenticidad y a la integridad: mientras como seres humanos sigamos imitando lo que creemos son los ejemplos o valores sociales creados por los medios, seguiremos creando monstruos y disfunciones.
- Aceptando nuestra naturaleza, nuestros límites, lo que somos.
- Entrando en contacto no solo con nuestro cerebro sino también con nuestras emociones y nuestro cuerpo, empezando a ser orgánicos, aceptándonos como somos y sabiendo que eso está bien. Solo así lograremos desprestigiar el éxito de los modelos mediáticos, es decir de perseguir modelos imposibles que solo han sido creados para el medio, pero que creemos, son reales.
- Dejando de perseguir los modelos y aceptando la individualidad, y lo auténtico como lo válido. Los seres humanos volveremos a ser orgullosos de quiénes somos y no perseguiremos mentiras. Re-estableciendo el valor de lo comunitario sobre lo individual y sumando lo que tenemos entre todos.
Maribell gonzález
Especial para Revista Edu.co
Por: Paola Bermúdez