Varios psicólogos e instituciones alrededor del mundo han demostrado que la felicidad, como cualquier otra materia, se aprende y se construye desde la niñez. Cuando un niño aprende a ser feliz, podrá adquirir las herramientas necesarias para alcanzar su autorrealización y desarrollar un sentido de vida.
Vivimos en una sociedad en la que todos compiten de forma permanente para alcanzar eso a lo que muchos llaman éxito. Por ello, cada vez son más los padres que se esfuerzan por matricular a sus hijos en instituciones educativas que enseñen varios idiomas, e incluso materias preuniversitarias que aseguren un cupo en alguna universidad y garantice en el futuro un buen puesto de trabajo.
Sin embargo, el factor felicidad como enfoque y característica educativa, es un tema que ha venido tomando fuerza y relevancia entre los padres colombianos de hoy, convirtiéndolo en un componente de peso a la hora de escoger el colegio de sus hijos. Un entorno y un aula segura, representa una baja probabilidad de que sus hijos sufran de bullying durante toda la vida escolar, forjando en ellos la seguridad necesaria para afrontar su adultez.
Martin Seligman, intelectual estadounidense creador de la psicología positiva, estableció, a partir de sus investigaciones, que la felicidad depende de múltiples factores como hábitos y creencias que son modificables y, por lo tanto, se pueden enseñar. En pocas palabras, los niños pueden aprender a construir su felicidad, tal como aprenden a sumar o a dibujar.
En un mundo que no para, se hace evidente la importancia de que los colegios orienten sus procesos educativos hacia el autoconocimiento de los estudiantes y la adquisición de habilidades que permitan una sana construcción personal e interpersonal. De esta forma, podrían evitarse problemas de autoestima, ánimo y comportamiento que padecen algunos niños al pasar sus días en un ambiente escolar que no logra un balance entre la enseñanza de competencias académicas y el desarrollo personal de los niños y jóvenes.
Es por eso que a la hora de escoger un colegio es clave tener en cuenta un proyecto educativo que contemple la felicidad como un eje transversal, pues esto permitirá no sólo que los estudiantes puedan darle un sentido a su proceso de formación académica y personal, sino que además podrán adquirir las herramientas necesarias para enfrentar los retos vitales de cada etapa.
Lograr que un niño se sienta bien consigo mismo, que pueda establecer buenas relaciones sociales y que tenga la capacidad de enfrentar desafíos cotidianos, para sacarles el mayor provecho y crear oportunidades de crecimiento por medio de ellas, es el resultado de un niño que fue feliz en su colegio; y es esta la razón de ser de Great Place to Study™ (GPTS).
Esta certificación no solo brinda la posibilidad de conocer qué tan feliz es la comunidad educativa frente al modelo pedagógico del colegio, la filosofía, el entorno educativo e inclusive sobre el campus; sino que también nivela a la institución con las mejores del mundo y la reconoce como un colegio que educa para la felicidad y no solo para el éxito.
Es por esto que, para los colegios, ser parte de los 50 certificados con GPTS™ les da la oportunidad de ser cada día mejores para sus alumnos y garantiza sacar adelante los adultos que el mundo necesita; personas capaces de explotar todos sus talentos por el bien de la sociedad, y de esta manera, hacer de este, un mundo mejor para todos.
Especial para Revista Edu.co