Crecemos valorando el silencio como equivalente de lealtad. La confidencialidad es esencial en las relaciones de amistad. Ésta brinda a la relación un ambiente de confianza y franqueza donde uno sabe que puede abrirse con honestidad y libertad de expresar sentimientos, miedos, pensamientos, anécdotas y deseos.
La confidencialidad es el eje en el cual se construye la confianza, esto moldea la manera en la cual nos relacionamos con nuestros seres queridos y siendo leales a esto, es que, compartimos eso tan profundo que nos pasa, afianzando así nuestra relación con el otro.
Al compartir confidencias es que disfrutamos de ser los elegidos para guardar eso tan sagrado para el otro. ¿Pero quépasa cuando tenemos dilemas en la confidencialidad, como cuando pensamos que nuestro amigo está actuando de modos que pueden dañarlo o puede dañar a otro y sentimos que hablar sería traicionarlo?
Pensemos en situaciones como el abuso de alcohol o drogas, en sexo sin protección, en saber que nuestro amigo hostiga a otro, que está deprimido, o que está planeando vengarse de algo que le hicieron y piensa dañar a otros…Estas situaciones se presentan más a menudo de lo que desearíamos y qué difícil se nos hace ser leales; por un lado queremos ser leales a nuestro amigo callando, así sentimos que lo protegemos, pero por otro sabemos que alguien puede salir dañado si secontinúan ejerciendo esas conductas de riesgo.
Al callar, tantas veces, somos cómplices de los posibles daños.
También puede pasarnos que la situación nos sobrepasa y queremos solo apartarnos de lo que el otro está haciendo, ya sea porque no podemos manejarlo o porque pensemos que hablar nos puede meter en problemas. Esto nos lleva a dejar al otrosolo en su problema, sin ayudarlo a pensar en soluciones, sin pedir ayuda a quien pueda genuinamente aportar.
Otras veces, nos unimos y lo apoyamos, pero también nos sobrepasa la situación. Tal vezno tenemos las herramientas necesarias para ayudarlo, y aún con lo importantes que son el cariño, el apoyo y la lealtad para una relación de amistad, si nuestro amigo se daña, de nada sirve que haya recibido todo lo que, con la mejor intención, le ofrecimos,ya que uno necesita, primero sentirse sano y seguro para luego poder beneficiarsedel cariño, el apoyo y la lealtad. Es esencial cubrir las necesidades básicas de sobrevivencia para poder, después, atender a otras más complejas, como recibir cariño o sentirnos plenos.
Otro escenario que se nos puede presentar es acercarnos a ver cómo podemos ayudar y terminar demasiado involucrados en una situación donde hubiéramos preferido no estar. Muchas veces queremos ayudar, pero no ser parte de todo eso tan complejo que le está sucediendo al otro y eso está bien. No todos estamos entrenados para dar una mano y acompañar a alguien más hasta que el problema se solucione. No tenemos la obligación de acompañar algo que sentimos, nos podría lastimar; tenemos derecho a cuidarnos, a protegernos.
Lo que sí debemos hacer es ver quién sí puede ayudar. Callar, cuando sabemos que alguien puede resultar dañado, es ser cómplice del daño causado, entonces buscar quién puede ayudar es nuestra responsabilidad.
Como adultos es más sencillo tener todo esto claro y ciertamente,antes de hablar, siempre nos preguntamos: ¿qué consecuencias tendría callar?” y “¿qué consecuencias tendría hablar?”. Como adultos, probablemente tengamos claros nuestros principios éticos y morales de “no dañar” por sobre todas las cosas, seguido por el principio de “hacer el bien”. Con éstos como ejes, es que podemos decidir cuándo es mejor hablar y cuándo es mejor callar, pero, ¿hemos logrado trasmitir este mensaje a nuestros hijos? ¿hemos logrado que nuestros hijos puedan discernir cuándo la lealtad pasa a ser complicidad del daño de otro?
¿Qué les podemos trasmitir a nuestros hijos?
- Enseñarles que cuando enfrenten una situación donde saben que su amigo está haciendo algo que no está bien, que además él es consciente de eso y, por ende, no va a escucharlos, lo ideal es que no traten de hablar con su amigo hasta no haber hablado con alguien en quien confíen, sea un profesor, sus padres, o el consejero de la escuela. No tienen que dar nombres y además, pueden pedir que mantengan la conversación en carácter confidencial.
- Pueden mantener el problema como genérico de modo que nadie sospeche de quién se trata. Es muy importante recalcarles que no se trata de deslealtad y que tampoco están rompiendo la confidencialidad, se trata de intentar ayudar a quien está metido en problemas, los cuales solo incrementarán de no frenarlos a tiempo.
- Es importante dejarles claro que hablar con un profesional o con sus padres puede ayudarles a pensar cuáles son los mejores pasos a seguir para lograr mantener su relación de amistad y a su vez ayudarlos a prevenir que algo malo le pase, a él o a otros.
- Es importante recordarles cuánto valoran la relación que tienes con ellos y que serán leales a lo que él te permita compartir de lo que te cuente a menos que guardar esa lealtad implicara poner a alguien es peligro real. Es importante trasmitirles que pueden contar con ustedes, que no los traicionarán compartiendo lo que él compartió sin su consentimiento.
- Es vital transmitirles el mensaje de ese valor tan fabuloso que es la confianza; el compartir con el otro lo que no podemos manejar solos. Debemos trasmitirles, además, la seguridad de que, como padres, tenemos muchos recursos para ayudar a quienes amamos sin que necesariamente la relación salga dañada. Recordemos que, bien llevados, los conflictos fortalecen nuestras relaciones.
- Debemos reafirmarles que está bien si ellos quieren retirarse de cualquier situación en la que se hayan involucrado, no es responsabilidad de ellos quedarse donde no sienten que les hace bien; sí es su responsabilidad no callar, comunicar el problema que conocen a alguien que pueda ayudar, guiar y resolver la situación.
¡Informar a alguien de confianza es ayudar!
– Debemos asegurarles que los escucharemos, y aunque no nos guste lo que escuchemos, no apuntaremos dedos echando culpas o delatando ni a ellos, ni a su amigo. No juzgaremos. Debemos poder prometer y cumplir que pensaremos juntos en cómo ayudar sin dañar la relación que tienen con el otro y ver esto como una oportunidad de afianzar nuestra relación con ellos.
Cuando nuestros hijos comparten un problema, es importante que podamos escucharlos, tratar de entender lo que sienten, tratar de entenderlos sin juzgarlos de modo que se sientan contenidos ante una situación que sin duda les debe haber costado mucho esfuerzo el poder acercarse a nosotros para compartirla.
Una vez que estemos en la etapa de pensar juntosen cómo ayudar, es un buen ejercicio que nuestros hijos se ponga en la situación de su amigo y que piensencómo preferiría él que lo ayuden en esa situación. Si después de hacer este ejercicioellosprefieren que no compartamos con los padres de su amigo directamente ó con el psicólogo de la institución, tengamos en mente que existen líneas anónimas de apoyo para ciertas problemáticas y que podremos ayuda y asesoría de estos equipos de trabajo. De este modo estaremos ayudando tanto a nuestros hijos a mantener sus relaciones, como a ese otro chico que está en problemas con la guía de los expertos. Además fortaleceremosla relación con nuestros hijos, ya que tendremos la oportunidad de cumplir nuestra promesa y trasmitir, con hechos, que ellos pueden recurrir a nosotros, que seremos leales a la relación que tenemos y además tendremosla oportunidad de pensary aprender juntos como ayudar, como generar alternativas para quienes las necesiten y, en casos extremos, cómo salvar vidas y aportar a una mejor sociedad.