Cuando pensamos en el concepto de educación lo primero que se nos viene a la cabeza es el colegio asociado a la acumulación de conocimientos; una educación del intelecto. Abarcando un espectro un poco más amplio, podemos relacionar la educación a conceptos como socialización, cortesía o urbanidad.
Es importante considerar otro tipo de educación, que más bien podría asociarse a un “entrenamiento para la vida”, la educación, pensada como una preparación práctica, debería ir más allá de las materias que se ven en un colegio y sin lugar a duda debería impartirse en casa. ¿Las materias? ordenar, limpiar, cocinar, colaborar… la lista es larga y todas son cosas que aparte de aportarles herramientas a nuestros hijos y ampliarles sus límites tanto físicos como mentales, les proporcionarán la opción de poder vivir de manera más independiente y, poder así, ser más autosuficientes.
Por otra parte, involucrarlos de esta manera sirve también para desarrollar habilidades, destrezas, entender el sentido de la colaboración y valorar esos trabajos que, en Colombia, damos por hecho que siempre se tendrán y que lastimosamente en la mayoría de los casos están relegados al servicio domestico. Una vez que los niños han planchado una camisa, piensan dos veces antes de tirarla al piso. Una vez que han tenido que lavar un par de medias, o que al menos han visto el esfuerzo que eso implica, piensan dos veces antes de salir en medias al pasto.
Modificando actitudes y conceptos
Dejemos de usar la ordenada del cuarto como amenaza. Erradiquemos ese concepto de que colaborar en la casa es una carga demasiado pesada para los niños o los jóvenes y más bien ofrezcámosles la oportunidad de crecer en muchos aspectos. Trabajar en lo que no nos gusta, desarrolla en todos (adultos y niños) una capacidad de aceptación de las circunstancias. Hacer cosas que impliquen un esfuerzo real, que no sean cien por ciento placenteras nos ayuda a trabajar en la autodisciplina y al final, nos queda esa sensación de deber cumplido.
Darles la oportunidad a los niños y a los jóvenes de sentirse útiles generará en ellos una sensación de satisfacción muy grande, lo que a su vez creará una asociación positiva con las labores del hogar.
Queremos tener a nuestros hijos en una burbuja, ignorando que hacerlos partícipes del cuidado de la casa y darles responsabilidades justas para su edad, les dará el día de mañana una gran ventaja: serán jóvenes con más capacidad de desenvolvimiento, en otras palabras: les facilitará la vida y dependerán menos de los demás.
El mundo está cambiando, y aparte de América Latina y África, son muy pocos los lugares en los que se cuenta con servicio doméstico, por eso aprovechemos la oportunidad que tenemos cada día, mostrémosles el valor de cada oficio y preparémoslos para que salgan de casa lo mejor equipados en todos los aspectos.
Sentido de pertenencia y trabajo en equipo
Por otra parte, el darles una responsabilidad, los hace partícipes de ayudar a mantener la estructura del hogar mediante la colaboración; para que el sistema funcione bien, cada uno debe hacer su tarea bien. Mediante esta colaboración conjunta, experimentan la veracidad de que su aporte es importante pues lo pueden constatar de una forma tangible para ellos.
Una vez que logramos que nuestros niños desarrollen ese sentimiento de responsabilidad y colaboración en la casa, podremos ver como empezarán a ser mejores miembros de todos los grupos a los que pertenecen, colegio, equipos deportivos, grupos de estudio, pues han tenido una experiencia positiva en su núcleo primario la cual les ha dejado una huella de un patrón de comportamiento que está listo para reproducirse en otro ambiente y en otros círculos.
Ejemplo, paciencia y refuerzo positivo
Es muy probable, que, si nunca hemos pedido ayuda a nuestros hijos, vayamos a encontrar cierta resistencia, especialmente si estamos tratando de que esa ayuda, más allá de ser una ayuda esporádica, se convierta en compromiso y responsabilidad.
Lo primero que tenemos que hacer es enseñar con el ejemplo. Va a ser muy difícil que ellos aprendan a hacer algo con gusto, si nos ven renegando cada vez que tenemos que hacerlo nosotros.
Es importante tener paciencia, aceptar que será un proceso y no una fórmula mágica, lo importante es ser consistentes y recordarles que ellos son parte de un todo, con privilegios y responsabilidades.
Siempre, tengamos un refuerzo positivo a su ayuda. Un abrazo, una felicitación, recordarles lo orgullosos que nos sentimos o compartir con el resto de la familia lo bien que están haciendo las tareas asignadas, es suficiente para dar ese empujón extra y seguir con la continuidad.
Para concluir, uno de los aspectos más importantes de delegarles responsabilidades acordes a su edad, es que esto lleva el mensaje implícito de que confiamos en ellos: “yo sé que eres capaz”, es un refuerzo tácito de que creemos en ellos, “yo sé que tú puedes y es por eso por lo que te lo pido”. El corroborar de otra manera que creemos en ellos y en su capacidad hará que la confianza en sí mismos se afiance.
Nuestros hijos tienen alas y si hemos hecho bien las cosas llegarán el momento en que querrán volar. Aparte de lo que lleven en su maleta, que no les durará mucho, lo único que se llevarán, será todo lo que hayan aprendido en casa, y esto sí, les durará toda la vida.
“Uno de los aspectos más importantes de delegarles responsabilidades acordes a su edad, es que esto lleva el mensaje implícito de que confiamos en ellos: “yo sé que eres capaz”.
Fuente
Bermudez, Paola. Educarlos en la autonomía, la colaboración y el respeto. En: Revista Edu.co. No. 11 (mayo, 2013); ISSN 2145 7328
Redacción RevistaEdu.co