Varios libros le ayudaron a Mariana a encontrar las herramientas para que su hija pasara del “estar feliz” al “ser feliz”. Ideas sobre cómo criar niños felices.
A Mariana le preocupaba tanto la felicidad y el bienestar de su hija, que se había convertido en una de esas madres que preferían darle gusto en todo. Además, la tenía en una “urna de cristal”. Y como le preocupaba que se cayera, porque una caída podía causarle dolor, (y hacerla llorar) no la dejaba moverse sin su ayuda. Con el tiempo las cosas se complicaron, su hija fuera de ser una miedosa y manipuladora no era feliz. Con ayuda de libros como ‘El secreto de educar niños felices y seguros’, ‘Su hijo’, ‘Críe un bebé feliz y un niño sin traumas’, descubrió que existían herramientas para ayudar a que su hija fuera feliz, y también aprendió que no está mal recurrir a ayuda profesional para la buena crianza.
Lo primero que descubrió es que debía aceptar a su hija y amarla como era y no como ella pretendía que fuera (sin dejar de formarla y sin permitir que la hija se impusiera sobre la madre). Mariana justificaba ciertas actitudes de la niña diciendo que era una etapa por la que pasaba y que sería pasajera. Sin proponérselo cuestionaba a su hija por su forma de ser y no entendía por qué no se parecía a ella, anulando así su individualidad. Con ‘El secreto de educar niños felices y seguros’, de Tracy Hogg, aprendió a mirar a su hija y a analizar si había subestimado su forma de ser, a aceptar lo que veía, a pensar en las cosas que ella (la madre) hacía y que atentaban contra el temperamento de su hija. También aprendió a cambiar su comportamiento para acomodarse a las necesidades de su niña. Aprendió a aceptarla, a no compararla, a estimular su deseo de explorar, a fijarle límites y a alabarla en forma adecuada. Mariana aprendió que la felicidad no se la daban las cosas materiales, con las cuales trataba de llenar a su hija, sino cubriendo sus necesidades básicas, conectándose con ella y conociendo sus expectativas.
Pero Tracy Hogg no fue la única que dedicó su vida a estudiar el comportamiento de los niños para ayudar a los padres a entenderlos mejor. Muchos especialistas han decidido compartir sus conocimientos con millones de padres a través de sus libros. Uno de ellos es el psiquiatra peruano Félix Cantoni, quien escribió “Críe un bebé feliz y un niño sin traumas”. Félix aceptó compartir algunas claves con los padres y educadores que buscan formar niños felices.
¿Qué es un niño feliz?
Llevados por el amor, la empatía y el respeto, los padres podemos legítimamente intentar “hacer feliz” a un niño, en el sentido de esforzarnos por suministrarle, de modo oportuno y suficiente, la satisfacción de todas y cada una de sus necesidades tanto materiales como afectivas, evitándole al máximo posible cualquier frustración. Criado así, el bebé se desliza sobre una suave y cálida ola de satisfacciones y placeres sin límite, procurada por sus padres.
Pero, la etapa del bebé termina alrededor de los 12 meses, y comienza la etapa del niño. Y para educar a un niño sin traumas, sin dejar de ofrecer amor, empatía y respeto en altas cantidades y calidades, la madre y el padre deben, paulatina y recientemente, introducir determinados límites y reglas usando progresivamente la firmeza para que el niño crezca no solo físicamente, sino para que alcance un estado psíquico maduro que le permita vivir en concordia consigo mismo y con sus semejantes. A diferencia del bebé y su ola de satisfacciones y placeres sin límite, el niño debe aprender a controlarse, a postergar y a renunciar a parte de sus necesidades y aspiraciones para crear una relación armoniosa con los padres y hermanos en el seno de una familia con aceptables grados de bienestar emocional, en el que las necesidades están moderadamente satisfechas y la mente está más o menos en calma.
¿Qué relación hay entre los valores y la felicidad?
Los valores empiezan siendo los valores naturales: que el bebé haya comido mientras mamá le arrulla, es “bueno”. Pañales sucios, hambre feroz, la mamá que no aparece, es “malo”. Cuando predomina lo bueno, es fácil educar verbalmente en valores más elaborados al niño, porque estará predispuesto al diálogo. El niño se siente “bueno y aceptado”, y si se le presenta la oportunidad de transgredir una norma, se abstendrá porque siente que “tiene mucho que perder”.
Cuando predomina el descuido o el abandono, pueden estar seguros de que el diálogo será imposible, y el rechazo de la criatura reflejará las dificultades previas. El niño se sentirá “malo y descalificado” y que “no tiene nada que perder” si no cumple con las normas, ya que, de todos modos, así las cumpla sus padres le seguirán considerando “malo”. Siente que “no vale nada” y no tendrá muchos valores.
Consejos para criar un niño feliz
• En cuanto al bebé, procure con mucho amor y respeto, poniéndose en su lugar (empatía), atender y satisfacer sus necesidades.
• La primera y más importante forma de darle amor es el contacto físico, la caricia.
• Recuerden que nunca podrá dar suficiente afecto físico a un bebé. Siempre puede dar más.
• Álcenlo en brazos todo lo que pueda. No teman que ‘se les pegue’. Llegado el momento, como una fruta madura, se desprenderá.
• Háblenle todo lo que puedan, y escúchenle. La música de la voz es más fácilmente entendida por un bebé que por cualquier adulto.
• No dependan de consejos del pediatra sobre horarios. Hay que darle de comer cada vez que lo pida, ya vendrán las oportunidades de activar disciplinas, reglas y turnos.
• Permítanse experimentar el placer de cuidar y atender a su bebé, si él o ella goza, y ustedes no, algo anda mal. Busquen ayuda profesional.
• El padre hará de ‘madre de la madre’: cuidará y atenderá de las necesidades físicas y afectivas de su mujer mientras esta se dedica, casi hipnotizada, al cuidado del bebé.
• En cuánto al niño, sin perder de vista las sugerencias anteriores, empiecen poco a poco a activar reglas, horarios, etc.
• Nunca se contradigan, ni permita que el otro cónyuge lo desautorice ante el niño.
• No amenacen, si dicen algo cúmplanlo a cualquier precio, o no digan nada.
• No permitan las pataletas, ni las hagan.
• No se dejen manipular por su hijo.
• Pongan límites claros y háganlos cumplir para desarrollarse, el niño necesita autoridad, pero no autocracia, ni dictadura. Recuerden quienes mandan son mamá y papá, no su hijo.
• No le teman al niño, aunque haga amenazas terribles, mantengan su punto, pero al mismo tiempo, permítanse escuchar, ser firme no excluye ser flexible y afectuoso.
• Cuando impongan una sanción, no se pongan bravos, háganlo con serena calma y con determinación, desechen la negatividad, eviten el grito, la histeria, la desesperación, sino se pueden contener, mejor eviten decir algo y/o enciérrense en su cuarto hasta que les pase.
• Si el pequeño no quiere comer, no insistan, guárdenle la comida para cuando la desee. Pero ¡OJO!, nada de ‘comida chatarra’, primero comerá la comida que dejó antes y nada más. Excepción, si como producto de estos enfrentamientos el niño pierde peso, habrá que acudir al pediatra para que vea al niño, y al psicoterapeuta para ustedes, algo anda mal en ambos.
La felicidad no es innata, solo puede ser objeto de un desarrollo interior muy consciente, producto de esfuerzos, a veces durante décadas, de conciencia, de cultivar los sentimientos positivos, de luchar contra la propia negatividad, de comprenderse y comprender y de adquirir significado.
Redacción Revista Edu.co
Por: Oficina de comunicaciones